18 de octubre de 2011

Memories.

"En mi larga vida he tenido la buena o mala suerte de tener muchísimas experiencias duras. Momentos decisivos, errores, decepciones. Quizá sea lo que más me atormenta cada vez que reflexiono: mis errores y el tiempo perdido.

Todos hemos pensado que duraría para siempre. Todos hemos creído que era especial, que esta vez sí que lo era. Hemos vivido el amor eterno, sin mesura y sin aliento; hemos amado como amaban los románticos, hemos vivido la tormenta y hemos sido un solo ser con otra persona. Tantas veces. Demasiadas veces.

Hay cosas que jamás dejarán de maravillarme y que, por desgracia, nunca llegaré a comprender. Y una de ellas es el querer. Se ha dicho en tantísimas ocasiones que el amor es el sentimiento más grande, más placentero y más doloroso que hace tiempo que el amor como tal perdió su significado para mi. El dolor siempre deja paso a la indiferencia, al igual que la ilusión y que los celos y que la vida. Para qué molestarse. En el amor, como en la vida, tan sólo soy un viejo cuyo cuerpo hace tiempo que quedó desfigurado por las heridas y quemado por la pasión. Hay cientos de espinas que sellan las arrugas de mi piel y de mi alma, y aunque algunas cayeron otras jamás dejarán de sangrar mi memoria. Porque no hay nada más dañino que el recuerdo de lo maravilloso que fue algo antes de que dejase por siempre de ser eterno.

Con todo y con eso, me muero por volver a morirme de amor."

"Obviously, they were not made to be together throughout their lives, but it might have happened that, at a given moment, they had born for it."


28 de marzo de 2011

Al otro lado del muro.

Ortega decía que yo soy yo y mi circunstancia. Cada sujeto es lo que es dependiendo del marco en el que se haya desarrollado su historia. Y yo me pregunto muchísimas veces qué sería yo en otra circunstancia. Está claro que ya no sería yo, sería otro.

A lo largo de mi -corta- vida, he disfrutado. He reído hasta no poder respirar, o llorado sin poder casi tenerme en pie. He viajado, he leído, y he intentado aprender, con más o menos problemas en este aspecto. Me he emocionado, he odiado, he querido, me he arrepentido. He intentado escoger mi vida de forma que pudiese vivir la mayor cantidad de momentos únicos, de momentos "de fotocopia", como diría mi madre. Instantes en los que el placer es tal que al cerrar los ojos eres consciente de que el mundo eres tú, de que nada más importa. Noches en las que sientes que podrías morirte con tal de que fuese tan solo un segundo más tarde, tan sólo un segundo de placer más tarde. Amaneceres en los que el sol te regala los besos más hermosos, tardes en las que no hay lugar para la pausa entre las risas. O simplemente campos verdes o arenas amarillas, o playas azules o ciudades marrones. He procurado ser feliz por encima de todo, pero lograrlo nunca ha sido fácil.

Elegir es renunciar, y he renunciado a muchísimas cosas. He perdido, tanto tiempo como dignidad. He abandonado amistades en el camino, y he olvidado personas que debieran haber sido inolvidables. He dañado y he resultado herido. Yo siempre he querido pensar que no me he equivocado, que lo obtenido después ha merecido la pena. Pero siempre, siempre, me ha perseguido la duda. Y en cada esquina, en cada nueva dirección que tomo, me he preguntado cómo era el otro camino que separaba el hito de mi renuncia. Pero la vida no espera, y una vez tomada la decisión, sea cual sea, no se puede volver atrás.

Deseo con todas mis fuerzas creer que he hecho lo correcto. Que he vivido escogiendo siempre el mal menor. Que el camino al otro lado del muro que dejaba a izquierda o derecha no era mejor que aquel sobre el que caminaba. Y he preferido arrepentirme de lo que he hecho y no de lo que no he hecho.

Soy yo, soy mi vida, soy mío, soy mis elecciones y mis renuncias. Soy mis victorias, mis derrotas, mis decepciones, mis alegrías. Soy mis heridas y las que siento haber hecho. Soy mis amistades y las que dejé en el camino. A veces quisiera volver por ellas. Pero no puedo detenerme ya. He decidido. He cambiado. No puedo recuperar, sino encontrar de nuevo. Solo espero poder escoger entonces el camino adecuado.

He nacido, y moriré. No puedo decir que no tema a la muerte. Solo se que me abrazará. Pero se que todo lo que haya antes es mío. Y no me da miedo escoger. Tan solo renunciar.


24 de febrero de 2011

Siempre, siempre

hay sol tras la tormenta. Hume decía que el hecho de que el sol lleve saliendo todos los días no justifica que mañana vaya a volver a hacerlo. Pero yo siempre he sido religiosamente supersticioso, contradictoriamente científico y muy muy tonto. Al fin y al cabo, no me ha ido mal del todo, ¿no?

"Después de un día malo siempre viene uno bueno", decía mi madre. Después del gris panzaburro se ven las mejores puestas de sol desde mi tendedero y sabes de sobra que, cuando quieras, estás invitada a verlas. Y no me negarás que después de una buena discusión es cuando saben más ricas las cañas, o los besos.

Hume dijo muchas cosas, como tantos otros. Y yo hubiera querido ser como él, o como tantos otros. Pero mi vida hubiera sido mucho más triste si tras cada mal día no hubiera tenido la certeza, aunque ilusoria, de que vendría un día bueno.


Because.

Es complejo, sin duda.
Nosotros no vemos los objetos, no vemos la realidad, ni siquiera se qué es "ver", es algo hueco, un sentido que carece de significado. Tus ojos, mis ojos, no son capaces de "ver".
La luz que se refleja en los objetos llega a tus retinas. Pero tu cerebro no capta la luz. Nosotros solo vemos la huella de la realidad, la sombra, el reflejo, la luz transformada en impulsos eléctricos de determinada intensidad y enviada a través del nervio óptico.



Pero qué es ver. A mis ojos llegan fotones de cuatrocientos nanómetros, y esos fotones, esa energía, la siento. Me toca. La luz queda prendada, enredada en mí. Pero yo no la veo. Sólo me toca, y entonces un impulso eléctrico recorre mis nervios. Y así veo un cielo azul. Pero no lo estoy viendo.

Lo estoy interpretando, o imaginando. Soy un ciego que escucha la descripción dada por su lazarillo.

Y eso me hace sentir impotente.

Porque yo no siento lo que existe, no percibo del todo la realidad.
Solo su huella.

Por qué una puesta de sol me hace sentir placer. O el brillo del sol en tu pelo, o el verde. ¿Es que acaso su luz, su energía tiene la frecuencia adecuada? ¿O es por la longitud de onda? ¿Qué energía hace que mi ojo me envíe la dosis perfecta, la cantidad justa de electricidad para hacerme llorar?

¿O no tiene nada que ver?

Y por qué cuando veo un cielo azul me entran ganas de llorar, eso nunca lo sabré.