28 de marzo de 2011

Al otro lado del muro.

Ortega decía que yo soy yo y mi circunstancia. Cada sujeto es lo que es dependiendo del marco en el que se haya desarrollado su historia. Y yo me pregunto muchísimas veces qué sería yo en otra circunstancia. Está claro que ya no sería yo, sería otro.

A lo largo de mi -corta- vida, he disfrutado. He reído hasta no poder respirar, o llorado sin poder casi tenerme en pie. He viajado, he leído, y he intentado aprender, con más o menos problemas en este aspecto. Me he emocionado, he odiado, he querido, me he arrepentido. He intentado escoger mi vida de forma que pudiese vivir la mayor cantidad de momentos únicos, de momentos "de fotocopia", como diría mi madre. Instantes en los que el placer es tal que al cerrar los ojos eres consciente de que el mundo eres tú, de que nada más importa. Noches en las que sientes que podrías morirte con tal de que fuese tan solo un segundo más tarde, tan sólo un segundo de placer más tarde. Amaneceres en los que el sol te regala los besos más hermosos, tardes en las que no hay lugar para la pausa entre las risas. O simplemente campos verdes o arenas amarillas, o playas azules o ciudades marrones. He procurado ser feliz por encima de todo, pero lograrlo nunca ha sido fácil.

Elegir es renunciar, y he renunciado a muchísimas cosas. He perdido, tanto tiempo como dignidad. He abandonado amistades en el camino, y he olvidado personas que debieran haber sido inolvidables. He dañado y he resultado herido. Yo siempre he querido pensar que no me he equivocado, que lo obtenido después ha merecido la pena. Pero siempre, siempre, me ha perseguido la duda. Y en cada esquina, en cada nueva dirección que tomo, me he preguntado cómo era el otro camino que separaba el hito de mi renuncia. Pero la vida no espera, y una vez tomada la decisión, sea cual sea, no se puede volver atrás.

Deseo con todas mis fuerzas creer que he hecho lo correcto. Que he vivido escogiendo siempre el mal menor. Que el camino al otro lado del muro que dejaba a izquierda o derecha no era mejor que aquel sobre el que caminaba. Y he preferido arrepentirme de lo que he hecho y no de lo que no he hecho.

Soy yo, soy mi vida, soy mío, soy mis elecciones y mis renuncias. Soy mis victorias, mis derrotas, mis decepciones, mis alegrías. Soy mis heridas y las que siento haber hecho. Soy mis amistades y las que dejé en el camino. A veces quisiera volver por ellas. Pero no puedo detenerme ya. He decidido. He cambiado. No puedo recuperar, sino encontrar de nuevo. Solo espero poder escoger entonces el camino adecuado.

He nacido, y moriré. No puedo decir que no tema a la muerte. Solo se que me abrazará. Pero se que todo lo que haya antes es mío. Y no me da miedo escoger. Tan solo renunciar.